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`` DIGO YO...´´ Blog de Pedro Caballero-Infante Perales

DESNUDA FRENTE AL MUNDO

DESNUDA FRENTE AL MUNDO

 

                Así se titula una película del año 1961 dirigida por Ronald Mac Douglas e interpretada por Gina Lollobrígida que, a la sazón, estaba en todo su esplendor físico. Yo tenía en aquella época un amigo, común a muchos españoles, bajito, cejijunto y calentón al que engañé diciéndole que el título lo decía todo.

                El dudaba, por lo de la censura, pero yo insistí que a ésta se le había escapado y que la diva italiana mostraba sus encantos casi a plenitud. El cateto fue, se gastó un dinero, no vio nada de lo que él quería, me llamó y se ciscó en todos mis difuntos.

                Fue tal la sinergia del título con la calentura nacional que la película propició una reposición. ¡Qué lejos quedaban los tiempos del felpudo de la Cantudo!.

                Ahora con las teóricas libertades vivimos la dictadura de la desnudez identataria de cada españolito. Yo, al menos, me encuentro desnudo frente al mundo. Estas vacaciones me han cacheado en los aeropuertos, me han sometido a escáneres y por supuesto, y esto hace referencia a todo el año, me tienen identificado en todos los lugares del territorio nacional.

                ¿Que yo prefiero, como antes, viajar sin tarjetas y con dinero contante y sonante?. ¡No!. Lo que deseo es que nadie abra una pantalla y sepa perfectamente mi filiación, ni que cualquier mindundi esté al corriente de mi estado económico, mi naturaleza o situación civil.

                Y menos que un guardia me toque los huevos.

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¿POR QUÉ HAY MÁS MUJERES ESPÍAS?

¿POR QUÉ HAY MÁS MUJERES ESPÍAS?

               

 

Hubo alguien que calificó a la mujer como sexo débil. El tonto del haba, me imagino, se referiría a la fuerza física. La mujer es más lista (no me refiero a la inteligencia que no tiene sexo), más intuitiva, más fijadora de imágenes y se orienta mejor.

 -¿Dónde están los calcetines escoceses?, suele gritar el hombre desde el        dormitorio.

  -En el cajón de siempre, contesta desdeñosa ella

  -¡Aquí no están!, dice el inepto a chillido limpio

 Ella se levanta va al dormitorio los coge del cajón abierto y se los pone delante de la nariz al macho.

 ¿Se imaginan a este tontorrón como espía?. No. Pero dirán que aún el mito de Mata-Hari, Scout Rutherford y demás damas famosas por sus actividades de espionaje están los novelescos James Bond y Slater. Estos seres de ficción son machos de portentosa capacidad física y estética prodigiosa. Pero nada más. Les quitas el reloj submarino con flecha antitiburones y se quedan en nada.

  Los reales se caracterizan por lo mismo, pero la mujer, ¡ah la mujer!, tiene, además de lo dicho, la rara habilidad de ser portentosa en el ámbito del juego erótico. Las babas sexuales solo corren por las barbas varoniles y ellas segregan flujos intelectuales que hacen que el macho en el cortejo sexual largue `por esa boquita y la espía lo exprima intelectivamente y orgánicamente.

                Después se lo dice a los malos o a los buenos.

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RELOJ NO MARQUES LAS HORAS

RELOJ NO MARQUES LAS HORAS

 

 

                Hace veinte años me regalaron un reloj. Nada del otro mundo. Fue obsequio de una empresa farmacológica, detalle que agradecí, por lo inusual, de una forma especial ya que fue en verano y el artilugio tenía la virtud de ser acuático.

                Desde entonces todos los veranos lo cambio por el convencional y lo utilizo en piscina y mar. He nadado, buceado e incluso lo he llevado puesto haciendo esquí náutico. ¡Fenomenal y cómodo!.

                Cuando lo abandono durante el otoño en el fondo de un cajón me despido de él con cariño y espero ansioso el sol y el calor para lucirlo de nuevo. Lógicamente, cuando vuelvo a anillármelo en la muñeca pasado un año, la pila eléctrica se ha gastado y he de ir a una relojería a que la repongan.

                Este año, por comodidad, he ido a la de El Corte Inglés. Me ha atendido un muchachito que, ante mi sorpresa, me dice que el reloj no puede usarse dentro del agua. ¿….?. Me hace leer en el dorso una frase inglesa que al parecer significa que lo de “water” es sinónimo de salpicaduras hidráulicas pero no acuáticas. ¿…?

                De nada le sirve mi explicación sobre la veteranía del reloj y, efectivamente, me sumerjo con él en la piscina y se me para. Al día siguiente voy de nuevo a esta relojería y me atiende un hombre mayor al que le explico el caso. Lo desmonta, le pone una junta nueva y lo rebana de grasa. Me he bañado varias veces con él y marcha como lo que es: como un reloj.

                Ayer fui a darle las gracias al relojero viejo, que además no me había cobrado, y me han dicho que lo han despedido.

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DEBERÍA SER USTED MÉDICO

DEBERÍA SER USTED MÉDICO

 

 

                Ni lo soy ni lo quiero ser, soy farmacéutico a mucha honra. La frase del título, pronunciada con frecuencia  por algún paciente, me cabrea muy especialmente. La suele decir un enfermo tras darle yo una explicación exhaustiva y, sobre todo divulgativa, sobre la dolencia que le ha diagnosticado el mago de la tribu, o sea, el galeno.

                Yo le explico, por ejemplo, que la pequeña anemia que detecta su analítica puede tener varios orígenes y partiendo de ello le enseño lo que es un hematíe. Le digo que también se le denomina eritrocito o glóbulo rojo.

                Que este atisbo de anemia, vista las otras referencias de los resultados analíticos, puede estar causada, dado que la hemoglobina (“¿Y esto que es?”) está algo baja, a una carencia de hierro ya que la composición molecular de tal sustancia está centrada en este oligoelemento (“¿Y esto que es?”).

                Aclarado todo, cosa que lleva como pérdida de tiempo (el boticario no gana nada con esto), unos veinte minutos, el paciente dice la frase que titula estas líneas.

                Yo les contesto airadamente que no quiero ser médico y que vaya al suyo para decirle de mi parte lo que le he explicado y que, si lo tiene a bien, me dé parte de sus ganancias porque yo por mi titulación no puedo “despacharle” nada sin que lo prescriba él, un complemento férrico en este caso.

                No quiero ser médico. Sólo tengo licencia para vender. El agente 007 la tiene para matar.

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ALQUILAR COLMENAS

ALQUILAR COLMENAS

 

 

                En algunos estados americanos existen plantaciones de monocultivos cuya extensión y distancia entre ellos les impide la polinización. Si a ello se le suma que los insecticidas, pesticidas y demás productos de esta gama ambivalente están afectando de una forma progresiva a la supervivencia de la fauna invertebrada el problema adquiere rango preocupante.

                La famosa metáfora empleada por los padres, para explicar los embarazos, sobre la abejita que se lleva en las patitas pequeñas porciones de polencito para depositarlos en otras floresitas, (¿Por qué se le habla a los niños siempre en dimininutivo?): ruego no contesten todos de golpe porque “me se acolapsa” el blog, está, como en este caso pasando a la historia.

                Quizás, sin necesidad de lo que se hace ahora, lo resuelva Bill Gates estudiando la forma de polinizar por Internet. Mientras esto llegue, que llegará, hay agricultores que alquilan colmenas en la época propicia y apicultores que no se dedican a la miel sino a tener colmenas para alquilar.

                Aquí en España, aunque estemos considerados unos arcaicos, los agricultores son más listos y suelen aparear cultivos que, por su propia naturaleza, no necesitan de intermediarios. Concretamente en Villapana del Belloto han logrado una cifra enorme de producción de nabos y altramuces (para los patos y los bares) sembrándolos juntos. Ellos mismos se “polinizan” sin necesidad de intermediarios.

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LA SOCIEDAD

LA SOCIEDAD

                Un vagón de tren antiguo era la suma de pequeños compartimentos; lo que, en tono cursi, podría denominarse un microcosmos. Los había de tres clases, como la propia sociedad, de primera, segunda y tercera. Esta última era como un pueblo pequeño; los viajeros se saludaban con la espontaneidad de los hombres del campo, se preguntaban por sus ocupaciones, familias y edades.

                Si el trayecto era muy largo hasta compartían viandas autóctonas durante las largas y cansadas horas de viaje. “¿Quiere probar un poquito de tortilla que a mi señora le sale muy buena?”

                Actualmente hay un medio de transporte, el AVE, que nos ha  homogeneizado. Un vagón de este tren es un globo terráqueo viviente. Está, hablamos de clase turista, el ejecutivo de medio pelo, el ama de casa con dos pequeñuelos, el zafio tratante, la putilla de incógnito, el cani  jugando con el ordenador a la playstation y yo, el observador.

                Es a su vez un fiel reflejo de la sociedad actual en dónde todos estamos mezclados. ¿Dice usted que suena a elitista?. Puede que me haya explicado mal. He querido decir que, por seguir utilizando este símil ferroviario actual, ves a tu lado una jovencita con un libro de texto titulado: “Sociología”, que te hace pensar en una futura licenciada universitaria.

                El ensueño lo rompe su teléfono móvil cuya sintonía corresponde a una canción de “Navajita Plateá” y ante el que ella escupe:

                               -¿Qué pasa tía?. ¡Pó dónde voy a está! En el AVE. ¿No te lo ha dicho el Iván?

                               -¿…..?

                               -Ese es un cabrón de su puta madre

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KLEENEXEROS

KLEENEXEROS

 

 

                Soy injusto y lo sé. Me ponen de mala leche. Si hace un calor tórrido, por eso mismo, y si tempestad, igual da. Me refiero a los doscientos veinte y tres mil negritos que venden pañuelos de papel en el mismo número de esquinas y semáforos que hay en mi ciudad.

                Los veo de lejos, desde el calor o frío confortador de mi coche, y se me hace un nudo en el corazón que potencia el enorme y permanente que yo tengo en tal víscera desde hace años. Aún así intento rebuscar en mi bolsillo, a veces con cláxones jodiéndome vivo, las correspondientes monedas exactas para aumentar mi stock de pañuelitos. ¡Pobres míos!, me digo.

                Pues bien, cuando se me acercan al cristal vienen saltando, riendo y …, en definitiva, de cachondeo, lo que me produce un incoherente mal sabor de boca.

                Ayer, ¡imbécil de mí!, hice lo mismo e incluso entré en un inútil debate verbal con uno de ellos. Reflejarlo en este blog no creo que sea estéril. Le dije:

                               -¿Por qué en lugar de pañuelitos no vendéis felicidad?-

                Ni me miró. Dijo, antes de que pudiera darle el dinero:

                               -Son un sinsuenta euro, tronco

                Y se fue danzando hacia otro coche.

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TOLERANCIA O AGUANTE?

TOLERANCIA O AGUANTE?

               

 

 ¿Es lo mismo decir de una persona que tiene mucho aguante que calificarla de tolerante?. No. La primera acepción lleva implícita un sufrimiento subjetivo del receptor del malestar y la segunda califica a éste como persona un tanto insensible.

                Estos pobres hombres sufridores que aguantan aparentemente imperturbables a su cacatúa de turno que no los deja leer ni el titular de la portada de un periódico o, para ser políticamente correctos, las sufridoras amas de casa que por mucho que insistan no consiguen que su macho quite el canal de deportes  y que tape la taza del retrete después de mear. ¿Son tolerantes o pasotas?

                Por ello a los que amamos el valor de las palabras, a fuer de que nos tomen por pertinaces puntualizadores, nos gusta hacer justicia y delimitar perfectamente qué es un tolerante a ultranza, un pasota, o un aguantador admirable que tiene la capacidad de resistir embates cotidianos sin modificar el semblante.

                Yo lo simplifico con un ejemplo. Si a alguien le llenan una impagable copa de cristal de Bohemia con aceite hirviendo y, al no tener donde apoyarla momentáneamente, la estrella en el suelo no es ningún irresponsable sino una persona con sensibilidad al calor abrasador.

                Los hay que aguantan a nivel de ampolla con la copa en la mano hasta el final del pasillo. ¿Aguante o tolerancia?.  Este opúsculo sería bueno que lo leyesen los abogados matrimonialistas.

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PALÍNDROMO SOCIAL

PALÍNDROMO SOCIAL

Los estudiantes de periodismo esperan ser corresponsales de guerra o columnistas de un gran periódico. Su sueño tiene un fin común: el prestigio social. Nada impresiona más a la alta sociedad que conocer en persona a alguien que te pueda contar los peligros y vicisitudes implícitos a haber vivido en un frente de guerra. Las bombas son lo de menos, les atrae más algo desconocido para ellos, como haber trasegado hierbas y semillas desconocidos y bebido agua sospechosa de contaminación cosa que, no quieren saber, pasa en la periferia de sus cómodas ciudades. El haber dormido bajo los estampidos de las granadas y sufrido tormentas y fríos ya orgasmiza al personal.

Por otro lado ser columnista es algo mejor. Ellos mismos dicen de los famosos, que salen en las revistas, lo hacen por ser famosos que salen en las revistas y que aparecen en ellas por haber salido en las mismas. Como la anilina que se lee igual de izquierda a derecha que viceversa.

Volviendo a los columnistas; estos son requeridos para todo acto social de una forma gratuita y persistente. ¿Qué dan a cambio?. Una breve reseña del acto y, ¡ojo!, en negritas las personas importantes y amigos por los que serán, de nuevo, invitados a otros actos de alto ringorrango de los que se harán eco en otro artículo cerrándose así el círculo diabólico del columnista objeto de deseo de cualquier periodista que se precie.

P.S.: La importancia de estar en estas pomadas perfumadas, no consiste en untarse un poco de ellas y abrillantar el pelo de la dehesa, sino conseguir prebendas para sí o para otros que te corresponderán invitándote a otros actos de igual señorío.

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PON PAN

PON PAN

                            

            ..le dijo el marido a la mujer cuando ésta  disponíase a sentar en la mesa. La sufrida esposa le recordó que él, de un tiempo a esta parte, siempre tomaba picos. El marido le contestó que, precisamente hoy, había cambiado de parecer: “Así que, pon pan”.

            El hijo, un adolescente, hizo el amago de levantarse para evitar que lo hiciese su madre. El padre abortó el gesto con un manotazo  y de nuevo le dijo a la mujer: “Pon pan”.

            Durante la siesta sonó un  “¡PON PAN!” que alarmó al vecindario . Era el  sonido de una escopeta de caza con la que el hijo había disparado sobre el padre.

            Los periódicos, del día siguiente, sólo reseñaban: “Un adolescente mata a su padre”.

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HÉROES

HÉROES

 

                            Si me doy un martillazo en un dedo suelo decir: ¡Coño! Lo que no deja de ser una pecaminosa picardía. Hay veces, por hacerme mejor persona, que me domino, y callo; entonces me considero un niño bueno.

                            Ahora estoy intentando manejar los reflejos espirituales para que cuando me machaque el dedo exclame: “¡Bendita sea tu pureza Señora!”. Quiero ser heroico aunque sé que no lo conseguiré.

                            Actualmente los predicadores de púlpito están siendo sustituidos por bondadosos conocidos que utilizan sus mensajes por Internet. Ayer me llegó uno muy bonito. Decía que si ponemos en contacto con agua hirviendo un huevo, una zanahoria y unos granos de café el primero pasa, de su inicial ternura, a convertirse en un objeto duro e inflexible.

                            La zanahoria, de tersa, en debilucha y frágil, pero, ¡oh!, el café había “convertido” a la abrasiva agua hirviente en una aromática infusión.

                            Terminaba, mi internauta, diciendo que yo fuese como el café. Por eso estoy intentando acercarme al heroísmo como decía al principio y cuando lo consiga amaré a tanto hijo de puta que hay por ahí suelto.

 No protestaré ante ninguna injusticia. Pondré siempre la otra mejilla y dejaré bondadosamente que se me cuelen en la cola del autobús.

                            Sólo pregunto: ¿Quién paga estos actos de heroísmo?. O, en su defecto, ¿en qué oficina ponen la medalla al héroe cotidiano?

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GRAN PODER

GRAN PODER

 

 

         Hay un pueblo de España, cuyo nombre omito, que cuando sufre de pertinaz sequía, saca a su patrón en solemne procesión para que este interceda ante la Comisión celestial y llueva.

         Si la sequía continúa meten a la imagen del santo en la profundidad de un pozo seco y allí lo tiene hasta que llueve. Lo inusual de este caso es que los habitantes van diaria y aisladamente, bajo el implacable sol, hasta el brocal del pozo y lo imprecan:

                   -Joío por culo. Seguimos sin agua y tú ahí tan tranquilo. Pues te vas a joder porque hasta que no llueva no te sacamos.

         Esta historia veraz es la fiel representación de lo que supone la idolatría para el pueblo llano. Hay quien recomienda ir a Lourdes porque esta virgen es más milagrera que la de Fátima.

         ¿Qué ocurre pues que dicen en Lequeitio?. Que hay casos extremos de loquitos que personalizan sus plegarias en determinadas imágenes y ponen un tope a la irrealización de sus peticiones.

         Al Gran Poder, Señor de Sevilla y de casi toda España lo han agredido. ¿Quién puede saber los motivos, en este caso, del loquito de turno?. No le arriendo las ganancias si entra en la cárcel donde la mayoría de reos llevan tatuada, entre otras, la imagen de esta magna devoción.

         También puede ocurrir que haya querido pegarle no a El Gran Poder, con el que ha cometido un delito de lesa majestad, sino a un hombre malo, mísero, egoísta y cruel que lleva tiempo ileso escondido cual múrido sarnoso.

         Este hombre, al que me refiero, aun siendo tan miserable, acude todos los Viernes, con su retén de guardaespaldas para que no le peguen como a su querida imagen, a rendirle pleitesía al Señor y se llama Manuel Ruiz de Lopera.

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MALDAD CLÍNICA

MALDAD CLÍNICA

 

 

                            Soy sanitario y lo lamento. Cuando mi vida la impulsaba el afán de saber, toda experiencia, por desagradable que fuese, me parecía poca. Me apuntaba a un bombardeo por saber qué sienten los que han vivido una guerra.

                            He hecho guardias de noche en urgencias de hospitales y he presenciado intervenciones quirúrgicas de lo más diversas. De esta forma he ido acumulando un bagaje que tan sólo me sirve para intuir, en cualquier dolencia de un ser querido, la más cruel enfermedad.

                            Recuerdo que en mis prácticas de Microbiología, cuando cursaba mi carrera, nos hicieron realizar el frotis de un esputo  para, tras su tinción, visualizar en el microscopio el famoso bacilo de Koch en el caso que la muestra fuese positiva.

                            Éramos diez alumnos y tras una hora nadie lo había localizado. De pronto, ¡yo!, lo creí observar y grité, entre dubitativo y alborozado: “¡Aquí está!”. Me acababa de alegrar de que una persona tuviese tuberculosis.

                            Hace unos días me han enseñado las placas correspondientes a una tomografía en la que se detecta un cáncer de pulmón de alguien muy querido por mí.

                            El especialista no pudo evitarlo. Dijo: “Mira que maravilla; qué bien se ve!”

                            Si los sanitarios no observasen ninguna patología, amén de no aprender, no podrían vivir, pero a lo mejor se harían más humanos. Penosa realidad.

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YO, EL IDIOTA

YO, EL IDIOTA

 

                            Los niños pequeños  son idiotas. Locos pequeñitos, que dijo el genial Jardiel. No es una calificación insultante. Quiero decir que padecen de idiocia. Esta patología mental hay quien no la supera nunca ni con Fósforo Ferrero, pero lo habitual es que con la evolución cerebral y la educación se cure.

                            Una de las manifestaciones más claras de la idiotez es la indefinición de las cosas. El nene dice: “Ame eto” queriendo que se le interprete como “Dame esto” y suelen ayudar señalando digitalmente el objeto deseado.

                            Yo, desgraciadamente, tengo que tratar con adultos que siguen diciendo lo mismo para definir un vaso, un llavero o una prenda de vestir.

                            Me da coraje porque al amar tanto la palabra y sus innumerables sinónimos he procurado, a veces rayando la cursilería, hablar con propiedad. Decía Juan Ramón Jiménez: “Intelijencia dame el nombre de las cosas”.

                            Pues después de tanto esfuerzo y saber que aprensión o hipocondría son lo mismo y que un objeto no está en una mesa sino sobre ella o dentro de ella, un cajón por ejemplo, he vuelto a hablar como un idiota.

                            Tengo problemas con el ordenador casi todos los días y llamo a un enterado que dice, para tranquilizarme que él también los tiene. La conversación telefónica transcurre por mi parte como la de un descerebrado total.

  ¿Te refieres a que pinche un cuadradito que está arriba?

 -Sí

 ¿En qué parte de arriba?. ¿Será una cosa redonda con dos colores?

 -No, más abajo

 ¿Más debajo de arriba o donde pone un recuadro farforteist?

 -Al otro lado

 -Pero de la pantalla o del cacharro

 -No. Del aparato en el que parpadea una luz

         He vuelto a mi más tierna idiocia infantil desdiciendo a Thaillard de Chardin

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BILL IS GOD

BILL IS GOD


La fe consiste en creer la palabra de Dios, pero como a mí no me habla no sé en que creer.
Si el metereólogo de Antena 3 me dice que mañana va a llover, acierte o no, yo me lo creo y preparo un paraguas y el chubasquero.
Si Movistar me ofrece unas condiciones idílicas, para que contrate Internet con ellos, no me lo creo porque no les tengo fe y demuestran diariamente que, al igual que sus compis, son unos sinvergüenzas.
Creo que el sol calienta y la luna riela en el mar, produciéndote mariposas en el estómago si la observas enlazando la cintura de la mujer que amas.
Veo el cielo azul porque, si no tiene este color, lo que miro son nubes que, dicho sea de paso son, como la melancolía, lo único en blanco y negro de la naturaleza, que es en technicolor
Lo que no veo ni he visto nunca es el Cielo, referido al Edén prometido, por lo que difícil es aguantar la sed sin saber que tipo de cerveza te la va a paliar orgásmicamente.
¿Qué es la cerveza?. El orgasmo de la sed forzosamente reprimida. Esto me lo enseñó la vida y mi padre, pero no el Padre. Te machacas en la espera del relax.
Por todo ello creo que lo más parecido a Dios es Bill Gates al que le preguntas dónde vives y no sólo te lo dice sino que te enseña en la pantalla la puerta de tu casa.
Si no es Dios, al menos es la releche.

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IMPORTANCIAS

IMPORTANCIAS

 

                   Es importante no darle importancia a las cosas. Cuando algo que de verdad importa te hace sufrir debes restarle importancia al sufrimiento.

                   Tengo gente importante que me aprecia y a los que les importa hacerme llegar, casi siempre por Internet, el mensaje de que le quite importancia a lo que yo veo importante.

                   Te suelen enviar un decálogo de cosas importantes que le quitan importancia a lo que yo creo que importa.

                   ¿Tener fondos suficientes en la cuenta bancaria para que no te devuelvan el recibo de la luz?...¡Bah!. Esto no es importante. Tiene importancia el que abras todas las mañanas las ventanas de tu casa y digas:

                   ¡Gracias Señor por haberme hecho tan importante y consciente de la importancia de la vida!

                   Si yo busco a alguien, que creo importarle, para hablar de la importancia de la vida, casi siempre encuentro a alguien interesado en quitarle importancia a lo que a mí me parece importante.

                   Algunos hasta minimizan lo que yo considero problemas personales importantes quitándoles hierro y queriendo demostrar que la importancia está en que un señor tan importante como Zapatero, al que según ellos no le importa nada, tenga a una nación tan importante como la nuestra al borde de la quiebra.

                   Realmente es importante no darle importancia a nada. Los que así opinan suelen darle importancia a mi estado de salud y me dicen que sería importante que me hiciese un análisis para valorar, por ejemplo, la importancia de una cifra alta de colesterol en sangre.

                   Yo intento no darle importancia pero ellos insisten alegando que yo soy muy importante en sus vidas

                   Es importante valorar las importancias. Creo yo.

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UN POCO DE PAZ

UN POCO DE PAZ

 

A mi tía Enriqueta, profesora de piano, y que aborrece el deporte la vi ayer leyendo el MARCA.

         Haciéndome el vasco le dije:

                   -¿Qué pasa pues?

         Me explicó, pidiéndome perdón por mi filia periodística, que ha llegado a la conclusión de que la única prensa que puede leerse actualmente es la deportiva.

         Dice que, en ésta, simplemente se habla de victorias épicas, tan sólo aparecen fotografías de hombres esculturales sudorosos y sonrientes. Que España está que se sale. Somos los primeros en tenis, balonmano, fútbol, ciclismo, automovilismo y vela.

                   -¡Qué felicidad sobrino!

         Y su recriminación sobre mi actividad periodística, tanto como lector y cronista, está basada en el día a día de las noticias. Lleva razón.

         Ella, que por su edad e inteligencia, sabe de que va esto me dice:

                   -Antes, todo lo malo ocurría fuera. ¡Qué mentira, pero que tranquilidad!. Te levantabas con las gafas de cristal de rosa y ahora son negras como el sobaco de un mono.

         Dice que la negritud visual te hace ver la cotidianeidad como algo que produce una constante crítica negativa.

                   -Yo que soy católica, apostólica y romana, cuando salgo a la calle pienso: ¡Qué feo tiene que ser Dios si nos hizo a su imagen y semejanza!. Negatividad pura sobrino.

         Lleva razón. Leer prensa o ver telediarios perjudica seriamente la salud. Es mejor llegar a viejo jugando al dominó o viendo los programas del corazón. Para los más cultos, la TV-2 con sus animalitos. Siempre y cuando no te digan que los monos bonobos están en peligro de extinción, porque son los únicos que fornican diariamente y esta es otra forma de buscar la paz…y encontrarla.

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DÍME LO QUE PIENSAS

DÍME LO QUE PIENSAS

 

         Decía Yupanqui: “Le tengo miedo al silencio por lo mucho que perdí/que no se quede callado quién quiera vivir feliz”.

         Mi natural extraversión de la verdad ( sinceridad selectiva, por supuesto) está motivada en el deseo de recibir de mi interlocutor un trato igual. No se trata del cotilleo por el cotilleo. ¿Sabes quién ha colocado a ese?. ¿Te imaginas de dónde ha sacado el dinero para el pedazo de oficina que ha montado?. ¿De cuántos meses está la del segundo?. ¡No!

         Hay algo que me pone especialmente irritado; la noticia del mendigo al que yo, dolido y sintiéndome culpable, le he dado un mísero euro, y del que he leído, posteriormente en la prensa, que tras su muerte se le ha encontrado doscientos mil euros en billetes debajo del colchón.

         Pongo este caso patológico porque lo considero como un claro ejemplo de lo que quiero escribir. El que no quiere, en su vida personal, aclaraciones por parte de nadie, es un insensible, patológico también, o ha vivido poco.

         Yo me he pasado media vida asistiendo y viviendo foros en el que todo de convierte en una “tete a tete” tenso, silencioso y pragmático. Si alguien abre la conversación es para decir una mentira grande y ¡guárdese! el inocente que rompe el hielo diciendo una verdad o `parte de ella porque puede asegurarse el fracaso laboral.

         Si después de lo escrito alguien me dice que no necesita tener un entorno amistoso o familiar en el que pueda abrir su más recóndita conciencia y recibir, consecuentemente, lo mismo lo encomendaré a San Juan Autista y bendito sea.

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EL PODER NUNCA ESTÁ EN CRISIS

EL PODER NUNCA ESTÁ EN CRISIS

 

                   Tengo un amigo, pequeño empresario de la madera, que lleva más de un año queriendo deshacerse del negocio por su actual estado de ruina económica. Ha intentado reflotarlo con créditos que ahora no puede terminar de pagar. Se ha acogido a un plan de regulación de empleo pactando con cinco de los siete empleados que tenía y ahora sólo le queda, antes de cerrar definitivamente, buscar a alguien que quiera hacerse con su empresa.

                   Ha tocado amistades, se ha dirigido a la Confederación de Empresarios y ha puesto anuncios de venta en la prensa. ¡Nada!. No hay manera de buscarle un novio que se haga cargo del “negocio”  y ya no le queda más solución que finiquitar.

                   España, actualmente, es un mal negocio cuyos propietarios, el partido gobernante, no quieren vender a unos pretendientes que son el principal partido de la oposición. ¿Cómo se come esto?

                   Muy fácil. La ruina la tiene en todo lo alto el estado español, quién no la tiene son sus actuales propietarios, a saber: el Director de la empresa, léase Presidente del Gobierno, y los consejeros de la misma (Ministros) beneficiarios de unos envidiables sueldos y unas dietas cada vez más cuantiosas por la necesidad de acudir con más frecuencia a las reuniones de la empresa que está en crisis.

                   ¿Por qué la oposición quiere comprar una empresa ruinosa?. Porque lo que adquieren no es la empresa sino el poder,  que sí da dinero por los siglos de los siglos. Amén.

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PRISIONERO DE SU ÉXITO

PRISIONERO DE SU ÉXITO

 

Leído en los periódicos: Rafael Muñoz es un joven cordobés de 22 años campeón olímpico de natación. Ha conseguido, entre otros, la medalla de bronce de en la modalidad de 50 metros mariposa. Fue durante las pasadas Olimpíadas de Roma.

                   Tras el éxito, Rafael, quiso volver a su vida normal. No olvidemos que para conseguir su logro ha estado más tiempo, en su corta vida, sumergido en el agua que haciendo la vida habitual de un animal terráqueo.

                   Pues bien, no han pasado ni dos años en los que Rafael haya ido, entre otras cosas, a hacer un viaje mochilero con unos amigos para que el Consejo Superior de Deportes, presionado por la Federación Internacional de Natación, lo haya puesto en búsqueda y captura.

                   ¿La razón?: Que la Agencia Mundial Antidopaje exige al campeón estar permanentemente localizable para, si les sale de las gónadas, puedan hacerle en cualquier momento un control antidoping.

                   Como el joven nadador no estaba por la labor el escándalo ha saltado a los periódicos para que Rafael vuelva a la normalidad, olvide sus pulmones y vuelva a las branquias.

                   ¿Esto es libertad?. No. La explicación para los que pensamos es sencilla. De una perla de este precio viven muchos golfos encorbatados que se sientan en las Juntas de todos los organismos antes citados. Por lo que el “triunfador” ha sido presa de estas aves rapaces y ya no puede escapar de ellas.

                   Yo sé el destino de Rafa Muñoz: Morirá en un acuario.

                   Es la mafia del deporte. ¿Creen ahora que Nadal, Alonso, Sastre u otros son libres?

                   Como decía el cínico: “¿Libertad?. Para qué”

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