¿POR QUÉ HAY MÁS MUJERES ESPÍAS?
Hubo alguien que calificó a la mujer como sexo débil. El tonto del haba, me imagino, se referiría a la fuerza física. La mujer es más lista (no me refiero a la inteligencia que no tiene sexo), más intuitiva, más fijadora de imágenes y se orienta mejor.
-¿Dónde están los calcetines escoceses?, suele gritar el hombre desde el dormitorio.
-En el cajón de siempre, contesta desdeñosa ella
-¡Aquí no están!, dice el inepto a chillido limpio
Ella se levanta va al dormitorio los coge del cajón abierto y se los pone delante de la nariz al macho.
¿Se imaginan a este tontorrón como espía?. No. Pero dirán que aún el mito de Mata-Hari, Scout Rutherford y demás damas famosas por sus actividades de espionaje están los novelescos James Bond y Slater. Estos seres de ficción son machos de portentosa capacidad física y estética prodigiosa. Pero nada más. Les quitas el reloj submarino con flecha antitiburones y se quedan en nada.
Los reales se caracterizan por lo mismo, pero la mujer, ¡ah la mujer!, tiene, además de lo dicho, la rara habilidad de ser portentosa en el ámbito del juego erótico. Las babas sexuales solo corren por las barbas varoniles y ellas segregan flujos intelectuales que hacen que el macho en el cortejo sexual largue `por esa boquita y la espía lo exprima intelectivamente y orgánicamente.
Después se lo dice a los malos o a los buenos.
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