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`` DIGO YO...´´ Blog de Pedro Caballero-Infante Perales

SALÓN DE CURAS

SALÓN DE CURAS

 

         ¡Ojo no confundir el título con una dependencia de hospital!

Recuerdo de cuando era  pequeño a un viejo cura bonachón que a la pregunta inocente de un mocoso sobre el por qué los sacerdotes no se casaban contestaba con cachaza, pero de una forma, entonces para nosotros, muy gráfica y significativa, lo siguiente:

                   -¿Me imagináis diciendo misa y que me tirase da la casulla un rapaz como vosotros diciendo: “Papá que dice mamá que me des dinero para ir a la plaza”?

         A mí esa imagen tan contradictoria me convencía del celibato sacerdotal por lo que significaba de entrega total a una causa espiritual. Por el contrario, de mayor me sorprendía desagradablemente la figura de un orondo cura llamado Castillejo, al que, por mucho que me esforzase, nunca lo imaginé, ni lo imagino, diciendo misa.

         Yo que no asisto a este acto desde hace muchísimo tiempo si, en alguna ocasión, por el protocolo social he de hacerlo a una misa funeral y la dice este obeso sacerdote, me niego a contestar sus dicterios pseudoreligiosos.

         Mi capacidad no alcanza para imaginarlo si no es sentado en un acojonante butacón con un puro en la boca y las esclavinas de oro rebosándole los bolsillos del chaleco.

         Aquí sí, como banquero, me lo imagino recitando conceptos y yo contestándole:

                   -“Señor ten piedad”

         A pesar de lo cual no me concedería el crédito que le estaba pidiendo. Ahora dicen los periódicos que hay otros curas que andan pleiteando por no se qué de una entidad bancaria, que como Castillejo, ellos manejan.

                   -Podéis ir en paz

            -Demos gracias a Dios

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EL DECÁLOGO

EL DECÁLOGO

 

         Ayer me reí muchísimo. Más que risa explosiva y relajante fue interior sardónica y de las que te dejan una escéptica mala leche.

         Reconozco que lo tenía preparado. Me habían invitado a una reunión de esas que terminan con croquetas y canapés y a la que sabía asistirían bastantes médicos de distintas especialidades.

         De las múltiples revistas que recibo sobre artículos de salud en la mayoría aparece como colofón un decálogo “específico” de buenas prácticas “ para cada una de las dolencias que te han ido relatando.

         Recorté uno de ellos quitándole el título y lo plastifiqué. Con él en el bolsillo superior de la chaqueta me iba acercando a los diversos galenos; se lo enseñaba y les preguntaba:

                   -¿Estas cosas son las que recomiendas a tus enfermos?

         Todos contestaron afirmativamente y la encuesta fue desde un cardiólogo, a un otorrino pasando por un reumatólogo.

                   -El decálogo dice resumidamente:

                               1.- Reducir el consumo de sal y grasas

                   2.- Evitar el café, el tabaco y las bebidas alcohólicas

                   3.- Beber agua en abundancia

                   4.- Evitar permanecer mucho tiempo sentado o de pie

                   5.- Hacer ejercicio

                   6.- No usar ropa muy ajustada, sobre todo en verano

                   7.- Evitar el estreñimiento tomando mucha fibra

                   8.- Evitar calzados que dificulten el andar adecuadamente

                   9.- Evitar el stress

                   10.- Volver a la consulta pasados tres meses

         Le pregunté al último: “¿Y para el olor de los pies?”.

         “¡Hombre, para eso tendrías que ir al podólogo!”  

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¿TABASCO?...¡EN LA MÁSQUINA!

¿TABASCO?...¡EN LA MÁSQUINA!

 

         Hay un concepto general entre la gente corriente que cabrea mucho al farmacéutico propietario de botica. Le dicen:

                   -Lo tuyo es una tienda con título universitario. Coges una cajita de un estante la cobras y te llevas el porcentaje.

                   El boticario se coge unos rebotes que ni los de Gasol, a pesar de lo cual hace poco o muy poco por borrar esta imagen. He visto discutir e intentar defenderse a los mismos que venden bastones y los llamados eufemísticamente “zapatos ortopédicos”. Pues ahora más.

         No sé si se trata de una provocación pero veo, más que leo, puesto que se trata de una fotografía, una máquina, llamada “vending”, instalada en la puerta de una Farmacia.

 Se trata de una nueva tecnología para vender durante las 24 horas medicamentos OTC y parafarmacia. ¿Y qué dirán los farmacéuticos empresariales?. ¿Qué sí?.

Pues yo les digo que no, porque teta y sopa no caben en la boca.

         Si los farmacéuticos andan, de siempre, temerosos de que determinados productos EFP salgan del canal de la farmacia y para ello alegan el consejo del farmacéutico. ¿Qué recomendación dará la máquina?.

         Quizás, si se trata de un profiláctico de urgencia, dirá: “Vending le da las gracias y le desea un buen polving”

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¿CÓMO ESTOY?

¿CÓMO ESTOY?

 

         Tengo una amiga, muy guapa, casada con un megalómano. ¿Por qué sigue con él?. Sería largo de explicar.  Me cuenta que cuando son invitados, por ejemplo, a una boda ella termina de acicalarse antes que él.

         Mientras le espera fumando un pitillo se mira al espejo y se ve espléndida. Él cuando, tras largo rato, sale del dormitorio la mira y le dice:

         -¿Qué tal estoy?. … ¡Qué envidia de tío!

         Como este tipo hay muchos y yo añoro ser como ellos. Son los que llegan a un comercio a punto de cerrar y no reparan que la dependienta está deseando de cerrar su jornada laboral.

         Les da igual: preguntan, desechan lo que le ofrecen, se prueban, reclaman…y no se llevan nada. Mi deseo emulador por estos personajes está en su meollo: ¡lo hacen sin maldad!.

         Son los que, en su seguridad, piensan, cuando se equivocan de carril, que los confundidos son los que les hacen ráfagas con las luces. Ellos comentan por lo bajini: “¡Están locos!”.

         Como los que te preceden en la cola del autobús y ante la máquina de picar tickets se extasían rebuscando en una cartera el bonobús de pensionista. Son, también, los envidiables viejos a los que nunca alcanzaré.

          En lugar de quedarme en la puta envidia voy a iniciar un curso de autoayuda para ser como ellos. Hoy, sin haber asistido a ninguna clase aún, he comenzado preguntándole a mi tía Enriqueta, que está ingresada con una grave enfermedad: “¿Qué tal estoy?”.

         Creo que va a funcionar.

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OLORES

OLORES

 

         Tengo un amigo tabernero que me dio, hace unos días, una lección de márketing. Le recriminé que su bar estuviera alfombrado de conchas de caracoles y cabezas de gambas. Me dijo que eso atraía al cliente; le daba sensación de que los que les habían precedido salieron satisfechos por la exquisitez del producto y su elaboración

                   -Y además deja un olorcillo peculiar que atrae a la gente

         Me he acordado de esto viendo en un noticiero de la TV que una empresa, japonesa por supuesto, ha creado unos pulverizadores para esparcirlos por los establecimientos según a lo que se dediquen éstos.

         Si se trata de una zapatería debe imperar el olor a cuero nuevo. Si es una imprenta a tinta y si se trata de una farmacia a productos balsámicos.

         Es como la asociación neuronal de los colores y el sabor. A ningún farmacéutico se le ocurre elaborar un jarabe de color verde con sabor a fresa.

         La cocina, emparentada con la farmacia galénica, es igual. Hay merluzas en salsa verde que no llevan perejil y su color se debe al agua que se le agrega, en la que se han hervido previamente unas espinacas.

         Esto de los olores ya se intentó hace tiempo con el cine odorífico y fracasó. Lo probaron en un cine chicano con la película “Desayuno con diamantes”,  finísimo film con Audrey Hepburn de bella protagonista. La mala fortuna consistió en que la sala de proyección estaba cercana a un restaurante mexicano en donde la especialidad eran los frijoles picantes.

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TITULITIS

TITULITIS

 

  

         No sé exactamente, ni tengo ganas ahora mismo de cerciorarme, que país anglosajón exige pocas garantías curriculares para que alguien pueda ejercer una actividad profesional.

         Pongamos un ejemplo: un dentista monta una consulta y comienza a ejercer su oficio. Si todo va bien no hay nada que pleitear, pero el día que el odontólogo ejerza una mala praxis y perjudique a un paciente se le cae el pelo.

         En España es al revés. Cuando recibo algún que otro currículum y veo la cantidad de títulos y titulitos, debidamente compulsados, que no sirven para nada se me cae el alma a los pies.

         A mí que más me da que alguien tenga el título de enfermero si no es capaz de extraerle fluido a un oleoducto. Pues nada: abogados, médicos, arquitectos etc…, en España hay más títulos que parados.

         Al hilo de los arquitectos, una noticia referente a la construcción me ha dado el pie para escribir estas líneas. Desde hace algún tiempo vienen pleiteando estos constructores titulados con los peritos aparejadores y, por si éramos pocos, en este pleito se han metido los ingenieros industriales que han logrado se les reconozca la especialidad de Ingeniería de la Construcción.

         Como se puede comprobar es una lucha de titulaciones y no de capacidades. A mí me caen igual de gordos los tres. Me da igual quién me haga mi casa; lo que les exijo es que me las hagan perfectas sin que se calen o se deterioren al año de construidas.

         Era, como decía el otro: “¿Qué si quiero la tortilla francesa o española?. Me da igual. Es para comerla no para hablar con ella.

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EL TRABAJO ES LA PROPIA ENFERMEDAD

EL TRABAJO ES LA PROPIA ENFERMEDAD

 

         Dicen, los mal pensados, que la industria farmacéutica es la inventora y fomentadora de nuevas enfermedades o bien de dolencias menores cuyo fin es aumentar el consumo de medicamentos ya existentes o ligeramente novedosos.

         Entre estas dolencias se llevan la palma los llamados síndromes laborales o rutinarios. El “stress”, anglicismo sinónimo al “surmenage” galo, no es otra cosa que el cansancio propio y habitual que conlleva cualquier trabajo más o menos grato.

         Ayer oí una noticia sobre la reivindicación de la mujer de un taxista que pide sea calificado como accidente laboral el infarto irreversible que desgraciadamente sufrió su marido, que ella achaca a un trabajo cargado de tensión.

         Puede que sí o puede que no, porque también existe la idiosincrasia del enfermo tan difícil de valorar.

         Existen también enfermedades psicosomáticas como el síndrome postvacacional y  la hiperactividad infantil. Patologías que, sin dudar de su veracidad, son cajón de sastre a la que un gran porcentaje se acoje para solicitar una baja o pedir consulta, diagnóstico y prescripción de su médico de cabecera.

         No dudo, ya lo he sugerido, que un bajo porcentaje de estas dolencias sean realmente enfermedades muy serias necesitadas de seguimiento y tratamiento farmacológico, pero la mayoría son consecuencia de algo que es la propia enfermedad: el trabajo.

         Hay que decirlo así por el bien de los presupuestos de la Sanidad pública que también sufre de una enfermedad ya vieja y común en sus administrados llamada: “anemia pecuniaria”.

         En fin, que debemos ir poniéndole coto a estas dolencias para que no aparezca un diletante pidiendo una baja por eczema escrotal de tanto rascarse los huevos.

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QUE NO PERDAMOS LA FE

QUE NO PERDAMOS LA FE

 

         Paso todos los días, de vuelta del trabajo, por un Opencor. Esto es bueno y es malo. Lo positivo es que estando cerca de casa siempre tengo la seguridad de arreglar un desavío.

         Lo malévolo es que, queramos o no, nos hacen consumistas inermes. Ahí va un ejemplo. Un malhadado día tras comprar pan me paré en una estantería y ví unas latas de cerveza de una marca que me atrajo. Compré dos.

         Como soy cervecero, y nada tripón, me metí entre pecho y espalda las dos latas. Paladeándolas y sin eructar. Al revés que Homer Simpsom. Me encantó esta marca de cerveza.

         A los dos días no resistí la tentación, entré de nuevo y compre otras dos latas. Al día siguiente igual. A la semana observé que sólo quedaban cuatro y, cómo compré dos, advertí en caja que repusiesen de almacén más ejemplares o bien hiciesen un pedido.

         El Domingo fui y me llevé las dos que quedaban (evidentemente es un producto con poca “salida”). Pagué, al tiempo que advertí la existencia cero del producto.

         Ayer fui en la seguridad de que semejante empresa había repuesto mi cerveza. ¡Quiá!. Busqué al encargado y me dijo un trabalenguas elusivo.

         Volviendo, decepcionado, a casa pensé que si la única fe que nos quedaba estaba depositada en El Corte Inglés y este nos abandona. ¿En qué podemos creer ya?

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ENDESA ME LA ENDOSA

ENDESA ME LA ENDOSA

 

         Hay algo que desestabiliza mis cortas fuerzas anímicas que, salvo imprevistos de la vida, sólo intentan estar en paz. Este algo es la injusticia de que me obliguen a saber algo que no tengo por qué, ya que mi titulación universitaria no me cualifica para ello.

         Ya he recibido tres misivas de ENDESA, fortísima empresa eternamente preñada que nos da la luz, en lenguaje críptico. La primera me pregunta, en actitud preventiva, (la segunda es amenazante) que si tengo instalado en mi casa ICP, siglas que, leyendo detenidamente, parece ser que corresponden con: “instalación de elementos de control de potencia”.

         En una de las cartas me dan dos posibilidades para estar en regla. Una que compre un IPC. Pero, ¡Dios mío de mi alma!, ¿con qué cara voy al Corte Inglés preguntando en que planta venden un IPC?. ¡Qué bochorno!

         Otra posibilidad, me escriben, que alquile a ellos, a ENDESA, el IPC de marras por un precio regulado de 6 céntimos de euro al mes más impuestos aplicables para monofásicos y 12 céntimos de euros al mes más impuestos aplicables, en este caso, a trifásicos.

         Dicen también que, en este caso, debo tener preparada la caja soporte normalizada a fin de que puedan instalármela.

         Les juro que, como soy analista clínico, estoy deseando que algunos, de los que crean estas necesidades y además las redactan, vengan a mi laboratorio para que pueda decirles que no me gusta nada la cifra de eosinófilos que aparece en su análisis

         Cuando me supliquen que se lo explique les diré que estudien la carrera de Farmacia y después hagan la especialidad en Análisis Clínicos; igual que ellos pretenden que yo lo haga de Ingeniería Industrial.

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EL FUNAMBULISTA

EL FUNAMBULISTA

 

         Yo vi un saltimbanqui andando por el tenso cable y guardando el equilibrio con una larga pértiga. A mitad de camino, tuvo como una duda y se paró brevemente. ¡Nunca lo hiciera!.

         Un pajarillo que pasaba cerca de una de las puntas del largo palo se le cagó en el mismísimo extremo. El peso de la caca lo desestabilizó. El artista perdió el equilibrio, cayó y se mató.

         En la esquela pusieron: “D. E. P. : Don Luís Pons Pla (él siempre dijo que la fonética de su nombre completo, predecía un accidente por caída libre) que falleció tontamente a causa de la cagada de un ave”.

         Recuerdo siempre este accidente, del que fui testigo, cuando voy andando por la inestable ruta de la vida. Observas a los que pisan fuerte que ni una deposición de elefante los desestabiliza y a otros, como yo, que estamos a merced de un excremento de díptero.

         Los que no tenemos bienes sólo podemos dar consejos, algo barato y que no sirve ni como aval, pero a falta de pan buenas son tortas. De ahí que aconseje que una pequeña disputa no se deje enfriar salvo que interese.

         Una persona queridísima, tras un rifirrafe, no es vista por nuestros ojos con el agrado, la afinidad, ni el deseo habitual. Si no se da un paso rápido que lime asperezas el tiempo se encargará de convertir en mierda de elefante la pluma de un colibrí.

         Yo ahora tropiezo en el polvo, cuando antes saltaba talanqueras y toreaba bichos de cinco yerbas.

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¡TODO PASA, NADA QUEDA: ¡LOS GARBANZOS!

¡TODO PASA, NADA QUEDA: ¡LOS GARBANZOS!

 

          Hace algo más de un año me regalaron un saco de garbanzos y yo, consumidor gustoso de  legumbres, y aún a sabiendas que ya dijo Virgilio: “Legúminas, ventosa sunt”,  vi el cielo abierto por haber mantenencia alternativa para mucho tiempo.

         Siempre creí que las leguminosas secas eran sinónimo de eternidad. Las llevaban las tres carabelas (de ahí algunos motines por las molestas ventosidades), los pioneros del lejano oeste y a principios del siglo pasado era la reserva básica alimenticia en lugares que por su inaccesibilidad no podían tener productos perecederos.

         Pues bien. Tengo una amiga que lleva luchando con ellos  desde hace tres meses a brazo partido. Me los guisa de maravilla pero le salen duros. Les ha puesto, en el remojo, bicarbonato, sal  y otros elementos agresivos de la naturaleza (yo le sugerí, hace unos días, que le echase unas gotas de ácido sulfúrico).

 El mes pasado los dejó hasta una semana en agua caliente que renovaba cada ocho horas. También los hirvió, para “espantarlos” de inmediato con agua helada, y salvo darles, uno a uno, con un martillo, lo ha hecho todo. Siguen saliendo duros.

         Ayer me enteré que los garbanzos, también, envejecen y la vejez les produce dureza al revés que a los seres humanos que nos produce flacidez.

         De una forma o de otra…¡qué decepción!. Ya nada se mantiene incólume. Ni los garbanzos. Todo pasa y nada queda. Menos mal que los gases que producen, también viven poco.

         De ahí que Colón llegase a América con casi toda la tripulación.

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NIVELES

NIVELES

 

         Una clase de idiota más, es el que, a lo bestia, te demuestra permanentemente que no eres bueno; aunque lo seas.

         Hay una minoría que ante la petición de un favor responde de inmediato: “Pide por esa boca”. La mayoría, se pone el parche antes de que salga el grano, y dudan, ante el peticionario, de su “capacidad” para resolver lo que ni siquiera saben de qué se trata.

         Todo se trata del nivel que le pongamos a la vida. Si alguien cree que una sola actitud brillante y resolutiva ante una persona que es nada más que un compromiso, al que le han hablado bien de ti, es suficiente y que esta imagen servirá para un futuro, está equivocado. Esta persona, la próxima vez,  “pedirá” más del otro.

         Si saludas, forzándote, de una forma afectuosa, sonriente y nominal, estás perdido. Que no se te ocurra al día siguiente decir tan sólo “hola”. Te pararán violentamente y te preguntarán agriamente: “¿Te pasa algo conmigo?”.

         Esto en las parejas es muy frecuente. Si regalas una rosa cada día (A. Cortez) cuídate mucho del día en que no lo hagas. Por el contrario el que, de higos a brevas, compra un perfume en un “dutty free” del aeropuerto y se lo lleva a su mujer, ésta quedará loca de contenta durante bastante tiempo.

         La tranquilidad que nos queda a los que intentamos ser buenos es que así sólo actúan los idiotas….¡pero son tantos!. Y no descansan.

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DESNUDOS FRENTE AL MUNDO

DESNUDOS FRENTE AL MUNDO

 

         Una amiga se marchó de viaje y me pidió un terrible  favor. ¿Regarle las macetas?. No. Que me quedase con su perro. Lo que temes pasa y ocurrió. El perro enfermó.

         Por hacer el favor completo, y no romperle el plan a mi amiga, llamé a un veterinario que aparecía en las páginas amarillas y, por teléfono, me hizo una serie de preguntas, sobre el can, a las que tan sólo hubiera podido contestar la que no me hizo: su nombre.

         Agobiado recordé una clínica veterinaria donde trabaja de administrativa otra amiga. “Tráelo”, me dijo.

         El veterinario acercó un artefacto a la oreja del perro, que yo pensé fuera un termómetro de última generación. No lo era. Se trataba de un lector de scanner. De inmediato apareció en la pantalla del cercano ordenador toda la historia clínica del chucho.

         Me explicaron que el aparato leía el “chip”, con todos los datos habidos y por haber sobre el animal, y ya es obligatorio, para todos los perros que se precien, el que lo lleven insertado tras una oreja.

         Respiré cuando, con todos estos datos, el veterinario diagnosticó la dolencia, que era repetitiva, y me recetó el remedio.

         “Qué adelanto, ¿verdad?”, dije sorprendido.

         “Esto no es nada. Verá cuando se lo pongan a usted”

         Nunca permitiré que me anestesie un otorrino.

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DYLAN, LENNON Y CORTEZ

DYLAN, LENNON Y CORTEZ

 

 

         Están el fondo y la forma. Hay quien gusta tan sólo de una mirada o de una palabra y a los que nos gustan ambas cosas conjuntamente.

         En el plano de la canción me gusta, y lo necesito, música y letra.

         Desde que existe Internet, son frecuentes, y a veces hasta exhaustivos (afortunadamente en mi caso), los correos que me envían; hay unos especialmente bellos que me mandan gente más joven que yo sabedores de mi melomanía. Por ejemplo: “Imagine” o “Blowing in the wind”.

Los que me sobrevaloran me los mandan sin subtítulos pensando, unos, que sé inglés e intuyendo, otros, que por la de veces que he debido oírlos me sé el mensaje en castellano.

         Ya me he ciscado muchas veces en los difuntos del  Ministro de Educación de mi época que me obligó a estudiar muchas cosas inútiles que le quitaban tiempo a los idiomas y el deporte.

         Cito estas dos disciplinas porque estoy seguro que por mi buen oído y mi conformación física les hubiese sacado más partido que a esa horrorosa composición, contra natura, llamada ciclopentanoperhidofenantreno.

         Volviendo al principio creo que una canción de calidad pierde mucho si no se entiende la letra. Un sueco podrá apreciar la música de la composición: “Castillos en el aire”, de Cortez  y Guerin, pero si no entiende español se perderá la estrofa que dice: “ Y los demás, al verlo diferente, lo condenaron, por su chifladura, a convivir de nuevo con la gente vestido de cordura”

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TECNOLOGÍA PUTA

TECNOLOGÍA PUTA

 

         Hace unos días fui invitado a un Simposio y me alojaron en un hotel de cinco estrellas recién inaugurado. No sé, pero lo agradezco, por qué fui tratado de forma tan VIP. Tanto es así que cuando el autobús, que nos había recogido en el aeropuerto, se paró en el primer y magnífico hotel, cuando me disponía a bajar una amable azafata me paró junto a dos más para decirnos que nuestro destino era el lujosísimo hotel al que hago referencia.

         Como era mediodía sólo dejé la maleta, y salí de nuevo a una comida concertada. No volví hasta media tarde para ducharme y cambiarme de ropa.

         Aquí empezó el calvario. Observé con detenimiento el maravilloso cuarto de baño. Era un salón turco. Tenía todos los sanitarios que pensar se pueda. La bañera digna de un sultán y con un cuadro de mandos que no se le supone a un Boeing.

         Mirando y mirando decidí meterme en la cápsula-ducha-masaje. ¡Nunca lo hiciera!. Una vez dentro, y debidamente cerrada, no sabía a qué botón darle para que saliese, por dónde debía, la bendita agua limpiadora.

         Por fin acerté con algo, quizás le di con el codo, y el caso es que comenzaron a salir chorros paralelos de agua que regaban mi cuerpo. ¡Qué placer!. Pero el agua comenzó a subir de temperatura y mi cuerpo a escaldarse. ¿En qué tecla, Dios mío, habría de dar para que aquello cesase o bajase de temperatura?

         Quise abrir la cápsula pero mis manos enjabonadas no acertaban a hacerlo. Pensé en morir escaldado y rojo como un salmonete pero me dio vergüenza por mis deudos.

         Logré pegar un empujón, saltó el semicilindro que me tenía atrapado, salí disparado y resbalando con el jabón hasta la puerta del minibar contra el que di un cabezazo. Al levantarme me apoyé en el mando a distancia de la TV y de esta salió una dulce voz que dijo: “Bienvenido a nuestro Hotel, señor Caballero”

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EL PRESENTE NO EXISTE

EL PRESENTE NO EXISTE

 

 

            Es tan dulce la espera que no deseo nunca que llegues. El presente es un tiempo inexistente que nos mantiene engañados entre el pasado y el incierto futuro. La visión rosa de la juventud no percibe su yo cotidiano sino su “seré” del inmediato mañana.

            La madurez no es consciente de que está viviendo un presente imposible, que no percibe, porque no está ni se le espera. Se espera y se disfruta del futuro; de la otra media luna que aún queda por vivir.

            ¿Y la vejez?. La vejez, esta hija de puta, que sí existe no debía por qué. Ésta si que está vacía de futuro y plena de pasado. Un pretérito estúpido que, si ha estado pleno de logros y batallas ganadas tiene perdida la guerra del presente inútil que nadie querrá escuchar.  Si el viejo busca un imposible altruista coetáneo con quien plantear este inútil diálogo,  ya estará muerto.

            Por todo ello el que te dice “¡Vive el presente!” es un imbécil que no piensa y, quizás por ello, es capaz de ofrecerte algo que en su estupidez cree vivir.

            Te pueden ofrecer viajar a las islas del Pacífico que están ahí. Son tangibles. Pero que no te ofrezcan viajes a la felicidad del presente puesto que es un país imaginario.

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POR SUS SOBRAS LOS CONOCERÉIS

POR SUS SOBRAS LOS CONOCERÉIS

 

 

                   Ayer leí una noticia no primeriza. Un empleado de una planta de residuos halló, en la cinta transportadora, diversos trozos de un cuerpo humano.

                   Avisada la superioridad pertinente se logró recomponer los fragmentos hasta constituir el cadáver original. Las actuales plantas de residuos son auténticas ciudades de mierda con unas infraestructuras técnicas dignas de los mayores avances de la NASA.

                   Y es que el ser humano, de los dos primeros mundos, va dejando, en sus desechos, cada vez más, constancia de lo que realmente es: una mierda.

 Aún existen pueblos, de menos de tres mil habitantes, donde pueden verse al anochecer pequeños cubos revestidos de modestas bolsas desechadas de tiendas y supermercados  que los restos apenas llenan.

                   Más tarde pasa un pequeño camión de basura del que baja un operario que, a mano, va tirando estas bolsas en su interior. No es cuestión de hambre sino de buena alimentación y aprovechamiento. Son sus habitantes, los de estos pueblecitos, los que todavía reciclan la pechuga de pollo del puchero para hacer croquetas y los restos de la pringá para enriquecer la “ropa vieja”.

                   También tienen un cochino (me refiero al animal porcino no al  suegro, que diría la nuera) que alimentan con todo tipo de despojos preferentemente cáscaras, pellejos y pencas.

                   Los que vivimos en las grandes urbes tiramos más de lo que nos sobra, incluso, a veces, como decía la noticia del principio, a algún prójimo que no nos gusta. 

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ÉSTA SÍ ME LA SÉ

ÉSTA SÍ ME LA SÉ

                                                   

         Si después de la imposición dictatorial de la TDT, y sus consecuencias, no he atisbado el más mínimo asomo de rebeldía por parte de los medios de comunicación, y por ende del personal, ya nos pueden aplicar la dictadura de la democracia de la forma que el poder quiera y crea más conveniente para, obviamente, su propio beneficio.

         Como no puedo contra ellos, el enemigo,  voy a intentar sumarme a él y desde este foro blogero lanzarles una idea benefactora para la humanidad y sobre todo para mí.

         A partir del 1 de Junio del año en curso todo aquel que haya de renovarse el DNI y el carné de conducir tendrá, previamente, que someterse a una revisión analítica en la que se determine el grupo sanguíneo, el factor Rh y el fenotipo G.

         -¿Qué usted ya lo tiene realizado?

         -Sí

         -Pues lo siento. Hay que actualizarlo

         -¿Y eso dónde se hace?

 -Ha de hacerse la prueba en los laboratorios de análisis clínicos autorizados por la DGT que aparecen en la web: www.tevoyasacarpoco.es

         Yo, como soy especialista en análisis clínicos y tengo muchos compañeros que estarán en esta lista (la tonta no cuenta),  me lo haré de una forma rápida y económica. Lo tendré fácil.

         Los que no tengan esta suerte habrán de pedir citas, aguantarán colas y,  como con el euro y la TDT, todo lo que le echen y sin saber por qué. Yo en este caso sí sabré quien se lo llevará ligeramente tibio. Calentito no, porque las altas temperaturas siempre están cercanas al poder y mis conocimientos no son poderosos.

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LA RAZÓN DE QUE LOS ALBAÑILES FOLLEN POCO

LA RAZÓN DE QUE LOS ALBAÑILES FOLLEN POCO

 

         Uno de los privilegios de vivir en el campo, amén de la soledad, es oír, recién aparecido el lubricán, el temeroso trinar de los pajaritos. Los que vivimos en la urbe tampoco nos privamos del canto de otra especie animal: el albañil.

         Desde tempranas horas oigo con arrobo, desde su rama natural que es el andamio, como atruenan la todavía madrugada con un trino que suele ser algo así:

                   -Manolo, ¡cojone!, que subas más mezcla

         Cuando el día busca su meridiano este espécimen se posa en la superficie de la tierra buscando comida y bebida, (tartera y litrona)  y sigue cantando al paso de la hembra tal que así:

                   -Eso es carne y no lo que le echa mi madre al puchero

         Dentro de la misma especie hay otros ejemplares más potencialmente sexuales que trinan con menos sutilidad:

                   -Tú si que tienes un polvo y no el que le acabo de echar yo a un tabique

         La actitud de este animal, al que no pudo estudiar detenidamente Rodríguez de la Fuente por su prematura muerte, tiene un fundamento: su represión frustrante por la incapacidad de satisfacer a su pareja.

         Se levantan muy temprano, no sólo para trinar, sino, también, para realizar desmedidos ejercicios físicos; no comen en el nido. Lo hacen fuera de él y frugalmente. De esta forma cuando vuelven al hogar, y tras la liviana higiene, se sientan a ver la televisión ante un buen plato de comida caliente.

         Aún no ha llegado el descanso del Manchester-Arsenal cuando el espécimen derrota la barba y queda en posición de Morfeo a la media caña.

Su pareja intenta cohabitar con él, pero él no puede. Así día tras día, salvo algún fin de semana.

         ¿No es lógico que vuelquen sus deseos sexuales a través de la expresión oral?. ¡Pobres animalicos míos!

Nota: No olvide leer la necrológica de hoy. Se ENCUENTRA fácil.

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NECROILÓGICAS

NECROILÓGICAS

 

         Como afanoso lector de periódicos y admirador de Cela y Carandell mis ojos buscan con avidez palabras y nombres raros. Términos o patronímicos usados, quizás, tan sólo en determinados lugares del ámbito español.

         En esta afición destaca la de los apellidos. Algunos, muy frecuentes, no tienen mayor historia como los que determinan determinados oficios: Herrero o Zapatero.

     Otros, dicen que costumbre judía, atañen a plantas o árboles: Perales o Junco. En otro nivel, existen algunos realmente curiosos como el apellido Achaques.

    ¿De dónde provienen los Achaques?. Cualquiera que no supiera el contexto de esta sección: NECROILÓGICAS que inauguro en mi blog, diría que los achaques provienen de la edad. Pues no. Los Achaques, que también son un apellido, provienen del pueblo madrileño de Azjalvir.

        Esto, siendo curioso, lo es más cuando sabemos de problemas que se han producido en algunas  familias en cuanto a los entronques. Pongamos como ejemplo el apellido Cabeza que, como Oreja, no tiene mayor relevancia pero que si lo unimos a otro frecuente y normal como Grande enfatiza jocosamente el apellido completo del fruto de un matrimonio. No es igual Oreja López que Oreja Grande

    Voy a tratar el tema respetuosamente y con tan sólo la pizca de humor que tanto necesitamos, incluso más en los casos obituarios.

      No crean, además, que los poseedores de un apellido inusual tienen el más mínimo complejo. Tengo un amigo que se apellida Poyón. Una vez le sugerí la posibilidad de cambiarlo y me contestó airado:

     -¿Cambiar los Poyones de toda la vida?

         Pues eso.

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