DYLAN, LENNON Y CORTEZ
Están el fondo y la forma. Hay quien gusta tan sólo de una mirada o de una palabra y a los que nos gustan ambas cosas conjuntamente.
En el plano de la canción me gusta, y lo necesito, música y letra.
Desde que existe Internet, son frecuentes, y a veces hasta exhaustivos (afortunadamente en mi caso), los correos que me envían; hay unos especialmente bellos que me mandan gente más joven que yo sabedores de mi melomanía. Por ejemplo: “Imagine” o “Blowing in the wind”.
Los que me sobrevaloran me los mandan sin subtítulos pensando, unos, que sé inglés e intuyendo, otros, que por la de veces que he debido oírlos me sé el mensaje en castellano.
Ya me he ciscado muchas veces en los difuntos del Ministro de Educación de mi época que me obligó a estudiar muchas cosas inútiles que le quitaban tiempo a los idiomas y el deporte.
Cito estas dos disciplinas porque estoy seguro que por mi buen oído y mi conformación física les hubiese sacado más partido que a esa horrorosa composición, contra natura, llamada ciclopentanoperhidofenantreno.
Volviendo al principio creo que una canción de calidad pierde mucho si no se entiende la letra. Un sueco podrá apreciar la música de la composición: “Castillos en el aire”, de Cortez y Guerin, pero si no entiende español se perderá la estrofa que dice: “ Y los demás, al verlo diferente, lo condenaron, por su chifladura, a convivir de nuevo con la gente vestido de cordura”
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