VIVA JALOGUEN
Leo y oigo, estos días especialmente tenebrosos, no tanto por el tiempo, sino por la melancolía funeraria potenciada morbosamente por el pueblo, opiniones contrarias a la divertida fiesta americana del “jalogüin”.
No estoy de acuerdo. La Santa Iglesia Católica, que ha tenido durante muchos años la exclusiva de los púlpitos, ha conseguido perder a muchos “socios” que ya es demérito.
Déle usted esta oportunidad a una buena Agencia de Comunicación y pone a la Hoja Parroquial por delante de “El País”
Es posible que una de las causas sea, precisamente, que los cánones católicos han estado, y aún lo están, basados en la tristeza, el miedo y el terror. Dios era un señor terrible que sólo se dedicaba a castigar.
Especialmente en el mes de los difuntos a los niños de otra época los “animaban” dándoles infinidad de misas impartidas por tres señores, ¡tres! con casullas negras ante un túmulo que yo siempre creí guardaba dentro dos o tres cadáveres frescos.
Luego, como paseíto relajante, nos llevaban al cementerio o a la cruz de los caídos por Dios y la Patria para entonar un “De profundis” que atenazaba los corazones infantiles.
Y ahora que los niños se divierten, sin que esta diversión sea desdoro del cariño memorial a sus fallecidos, nos dedicamos a criticarlos. ¿Qué se pretende?. ¿Volver a la tristeza que tan poco resultado le ha dado a los curas?.
¡Venga ya, hombre!. Entre el truco del infierno yo me quedo con el trato del Dios divertido.
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