EL TERCER HOMBRE
Y no hablaré de Graham Green ni de Orson Wells que tan perfectamente interpretó su obra. Hablaré de la dura convivencia.
La vida es un permanente diálogo de sordos. Lo dice un amante del diálogo. ¿Es posible el diálogo profundo y aclaratorio sobre un tema?. Desgraciadamente no, porque somos por naturaleza egoístas.
Nunca un acusado reconocerá su delito. El interlocutor que le recrimina una mala acción para con él, estará perdiendo el tiempo porque el interpelado no escucha; está tan sólo pensando en lo que va a contestar.
Nuestra más cercana referencia es el propio YO. Lamento por tanto la cada vez más frecuente ruptura de relaciones por malos entendidos entre ex amigos y la propia familia.
Sólo un tercer hombre, (¡uy!, perdón, o mujer), puede ser el buen samaritano que, si se ofrece, haga de interlocutor y deshacedor de entuertos entre las partes enfrentadas. Esta persona puede hacer que ambos antagonistas estén más receptivos y menos egocéntricos.
Pero, ¿dónde mora esta persona?. ¿Existe?. No. La mató el refranero: “Ni fías ni porfías”. “Cada cual en su casa y Dios en la de todos”. “Cada mochuelo en su olivo”. “Saldrás con los pies fríos y la cabeza caliente”. Y por supuesto la cobardía.
Que hijoputa este refranero…¿español?
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