¿SEMEJANTES?
Detesto que se me diga semejante de alguien de mi prójimo, cuando a lo máximo que llego con mi comparado es a ser de la misma especie. Yo no tengo ningún parecido con el recién ejecutado iraní Alí Hasán Al Jamid, apodado “El químico” y primo de Sadam Hussein. Dicen que le llamaban así por regar de gas sarín un sinfín de poblaciones. Operación con la liquidó a cientos de miles de seres humanos.
Era bípedo y tenía , visión, oído y habla. ¿Por eso era mi semejante?. ¡Anda y que le den!. Por ello, lo de semejante hace tan difícil la clasificación de cualquier humano.
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Hay algo tan actual como el baremo que nos obliga a clasificar personas intentando tabular con puntos sus méritos.
Yo, por ejemplo, soy farmacéutico y, como yo, treinta y nueve mil ochocientos veintisiete más. ¿Mis méritos?. Pocos. Si acaso, a fuer de objetivo, los que constan en los títulos académicos.
Los demás son totalmente sujetivos. ¿Son semejantes dos farmacéuticos instalados con farmacia en una capital?. No. Depende de ésta y de la ubicación de sus boticas. ¿Y lo son dos BOTICARIOS RURALES, uno solo en un municipio de dos mil habitantes limítrofe a una gran urbe y otro a muchos kilómetros de la capital con ochocientos?.
¿Semejantes?. Si acaso en lo de “Licenciado en Farmacia” que pone el cuadrito colgado del despacho.
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