DARWIN

 

 

         Llevaba rato el hombre sintiéndose observado, de una forma impertinente, por otra persona. Evidentemente molesto le dice:

                   -¿Qué mira?. ¿Es que tengo monos en la cara?

              -No. Monos no. Tiene mono.

         ¿Provenimos de los monos?. No lo sé. Puede que sí o puede que no. De lo que estoy seguro es que vamos hacia ellos de una forma galopante. Y no lo digo por la fealdad mayoritaria del prójimo, como contempla el chiste inicial, que también, sino por la cantidad de imbéciles no pensantes a los que nos enfrentamos diariamente.

         Internet está poniendo bastante de su parte, porque la parte positiva del mono, que es la social, nos la está encapsulando en el binomio ratón-pantalla.

         Por la máquina me reenvían cosas preciosas. Paisajes idílicos. Lugares, en principio inaccesibles, que son un canto a los viajes y la aventura. Incluso la pantalla te sugiere, con una aparente inocencia, la dirección de una web en la que entrando te facilitan datos, billetes y posibles estancias.

         Yo detesto viajar. Me aburren los paisajes, bostezo en las catedrales, me aburren las vistas que te ofrece un autobús en marcha. Soy un mono inculto.

         El mejor paisaje que conozco y la mayor aventura que añoro es  la mirada de una mujer a la que quiero.

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