EQUILIBRIO
Yo de mayor hago reflexiones y de joven hacía flexiones. La mezcla de ambas actitudes es buena para la conquista de la mujer deseada. Se empieza con la magnesia del verbo y se termina con la gimnasia del sexo.
Cuando el equilibrio se desestabiliza, y prima más el verbo que la acción, la conquistada se suele aburrir porque confunde, a quien yace junto a ella, con un transistor, aparato más fácil de adquirir que un maromo.
Por ello el equilibrio es la perfección. Los bárbaros del norte desprecian la displicencia de los sureños. Los que asumimos con el poeta lo de: “mi voluntad se ha muerto una noche de luna en que era muy bonito no pensar ni querer. Mi ideal es tumbarme, sin ilusión ninguna; de cuando en cuando un beso y un nombre de mujer”, nos sentimos culpables de no saber hacer tornillos.
Nosotros tenemos sol, buena temperatura, relajantes paisajes y el excelente humor que da el sol. Busquemos, pues, el equilibrio.
¿Por qué no se traen ellos su tecnología e incluso su agua, aunque sea embotellada, y nosotros les hacemos de guías, camareros, cocineros y, en definitiva, de anfitriones?. ¿O es que, quizás, esto no es un trabajo?
Flexiones por reflexiones. ¡Equilibrio!…. Pero sigue lloviendo.
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