ALGO ESTÁ PASANDO
Soy confiado por naturaleza y por esta razón llevo mi carpeta, en bandolera, abierta. Lo hago por comodidad. Si compro prensa o jabón de afeitar camino de casa me es muy fácil meterlos directamente en el maletín sin necesidad de abrir la incómoda cremallera.
Ayer alguien me paró para preguntarme por una conocida avenida a diez metros de ella. Se trataba de un hombre de mediana edad algo desaliñado. Le di la indicación correspondiente y le dejé marchar delante de mí. Me paré y comencé a tentarme todos los bolsillos y a hacer un exhaustivo repaso de mi bolsa de mano. ¿Por qué esta actitud?
Por los exhaustivos correos electrónicos que recibo diariamente poniéndome ojo avizor de la maldad actual de mi prójimo. Si me cruzo en coche con otro automóvil que lleva las luces apagadas no debo hacerle ráfagas para advertirle de su descuido. Se trata de una banda que girarán de inmediato tras de mí hasta cerrarme el paso y atracarme.
Si descuelgo el teléfono y no oigo respuesta debo hacer no sé cuantas maniobras ya que puede tratarse de alguien que piensa atracar mi casa.
Hoy me dicen que alguien ha ayudado a una joven a buscar un número en su móvil al tiempo que ha notado un `pinchazo en el dedo al pulsar un número y de inmediato ha notado como las fuerzas le flaqueaban. Ha salido del apuro y posteriormente se ha enterado que con esta operación te inyectan una sustancia, tipo curare, que te hace perder la conciencia. Te siguen y cuando estás inerte te roban o bien te trasladan y te quitan un órgano para mercar con él.
No sé si mañana al cruzarme con mi madre debo pararme. ¿Debo ser solidario con los que me advierten que no lo sea?
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