NIÑO, TEN CUIDADO
-¿De qué?. La educación, con su hermana menor la urbanidad, es una castración, pero, también, el único sistema hasta ahora inventado, para que no nos matemos con más frecuencia.
Mafalda va corriendo, alocada y sin saberlo, hacia un precipicio cuando oye el grito de su madre que dice: “¡Cuidado!”. La genial pequeña se vuelve, asustada, y pregunta: “¿Se rompe?”
Educar es difícil porque como en el juego de la siete y media, bien nos pasamos o nos quedamos cortos. Una exagerada educación crea represión y la represión es miedo y el miedo es malo. Sólo el insalvable (guerras o terremotos) tiene la compensación de la solidaridad cuando se comparte, porque sólo, algunos, somos capaces de vencerlo en aras de otro.
Si, como todo, nos lo tragamos en solitario nuestro miedo interior nos produce incomprensión y odio. El valiente solitario es un loco. Solo el que se supera y vence al miedo es el auténtico valeroso, pero para eso ha de estar acompañado incluso, para siempre, algo utópico, de los que lo educaron.
También podríamos crear un mundo feliz en el que todos viviésemos a nuestro aire sin normas ni decretos. Sería un mundo de locos felices.
Pero la ley de la gravedad existencial nos obliga a estar pegados a la tierra y codearnos con el prójimo y ante esto sólo queda crear un cinturón mental con nuestro auténtico “próximo”. Mi gente.
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